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Tras haber terminado de leer el Muro de Jean Paul Sartre, he sopesado el concepto de la muerte. Estuve cerca de partir cuando sufrí un desmayo recientemente: caí de espalda y desperté con mi cráneo recubierto de sangre. Mi primer pensamiento se trató de la imagen de un individuo de cierta relevancia en aquel momento. En el Muro, uno se enfrenta a la abrumadora angustia y desesperación de una muerte inminente. Quizás nuestros días se verían distintos si, como los protagonistas que morirían al alba del día siguiente, nosotros también supiéramos cuando chocaremos contra nuestro muro.